La Caja de Pandora

Sobre la libertad de denunciar ideas
Sobre la libertad de denunciar ideas

Sobre la libertad de denunciar ideas por Rocío Laria

Foto de Portada: Palacio Pizurno, sede el Ministerio de Educación de la Nación (hoy Secretaría).

La coyuntura de Argentina parece cada vez más inenarrable, sin embargo no es así, hay ideas, textos, resistencia, de todos los modos imaginables y los inimaginables también, por eso, otra vez, Rocío nos trae para La Caja su voz…

 

Escribo un texto a diario, como si fuera una píldora para intentar sobrellevar y metabolizar las malas noticias de todos los días que nos afectan como sociedad y como individuos interdependientes. Ayer, por ejemplo, jueves 4 de Abril, el Vocero presidencial se refirió públicamente a una iniciativa para modificar la Ley de Educación Nacional (LEN) para introducir penas por “adoctrinamiento” en instituciones educativas y crear para este fin, un 0800 para denunciar a docentes y la actividad política en las escuelas.

Son muchas las preguntas que surgen. ¿Cómo es posible vaciar la escuela de actividad política si el mismo acontecimiento educativo es político? Cómo enseñar el Cruce de los Andes, las hazañas de San Martín sin hablar de colonialismo, independencia y soberanía? ¿Cómo hablar de los límites geográficos del país sin mencionar tensiones diplomáticas, negociaciones y disputas políticas? Cómo enseñar historia sin mencionar la sangre de los pueblos originarios que efectivamente no se “ahorraron”?

El acto educativo es intrínsecamente político, no sólo por los contenidos curriculares sino y sobre todo, porque busca una transformación. Existe porque hay una esperanza, porque sabe que hay un cambio al final de la clase, de la unidad, del ciclo lectivo, cambios cuya reverberación es infinita. Es político porque el acto educativo es colectivo, comunitario, es con otros, es político porque hay objetivos en común.

La intención de borrar la actividad política de las escuelas, eso sí es adoctrinamiento e ideología. Es fascismo. La posición apolítica no existe, lo venimos repitiendo desde hace rato.

¿Cómo pueden pensar que enseñar las bases o principios de la economía social o cooperativismo es ideología pero enseñar solo la economía de un sistema capitalista como si fuera la única posible no lo es? ¿Cómo pueden pensar que trabajar con la obra de Galeano es ideología pero el diccionario de RAE o los manuales de Santillana no lo son? Las profesoras, docentes, maestras tenemos una visión del mundo. Estas visiones no quedan fuera del aula. No por un capricho, y aunque también lo es, no necesariamente como una bandera. Es que es imposible. Las llevamos también al supermercado cuando compramos la comida para la semana, la llevamos a la reunión con la familia, la llevamos a la plaza y al cumpleaños de nuestros amigos e hijos. Porque nos constituye, no en virtud de nuestra profesión, en nuestra virtud de ser simples seres humanos.

Los ojos no ven, los ojos nombran. La percepción es aprehensible cuando le damos un sentido. Ese sentido es una decisión, más o menos consciente, y es una toma de posición, aún cuando los ascéticos políticos se niegan a admitirlo. Dice Pierce “Al igual que decimos que una pelota está en movimiento y no que el movimiento está en la pelota, deberíamos decir que nosotros estamos en el pensamiento, y no que el pensamiento está en nosotros” . Las ideas nos tienen, no hay sujetos no sujetos, nadie carece de un centro gravitacional.

Debo decir que estas medidas nos ponen en peligro. No enseñamos a nuestros estudiantes (que no son alumnus) a pensar lo que nosotros pensamos. Enseñamos a pensar. Eso no se aprende con la televisión y ni al interior de la mayoría de las casas tampoco. Ante una denuncia va a ser nuestra palabra contra la del denunciante. La balanza está inclinada para la punición y la censura.

La libertad de expresión es inutil sin la libertad de pensamiento. En este contexto, la libertad avanza a su propia mutilación semántica. Por eso el peligro no es solo para nosotras, trabajadoras de la educación. Este gobierno busca instalar un pensamiento único a través de la eliminación de los demás. Es una empresa conocida por la humanidad a lo largo de todo el Siglo XX.

Si de algo podemos estar tranquilas, es que las ideas no mueren, aún exterminadas las personas que las piensan. La idea, la sensación, la fuerte intuición y la certeza de que el otro me importa, la bandera de la ternura y el amor para sanar las heridas del odio, el miedo y el abandono, las caricias que inundan nuestros cuerpos y que nacen cada día con ansias de proteger, las risas, la música, la poesía, la convicción de justicia y la abundancia de solidaridad son imperecederas, son inmortales, y son contagiosas. Siempre vamos a estar, así más no sea esquivando balas, como estrellas que rompen la oscuridad de la noche más negra.

Rocío Laria

IG: @rocíolaria

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