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The Crown (Reseña)
The Crown (Reseña)
The Crown Reseña por Mariana Kruk

Nunca me llamó la atención especialmente el tema de las Monarquías, sin embargo, caí en las redes de The Crown. Tenía, como supongo que muchos de nosotros tenemos, un preconcepto sobre la Reina Isabel. Esa señora eterna (a sus 94 años me remito) y malvada, fría como el hielo, alejada de cualquier sentimiento que maride con la piedad y la empatía. Y luego de ver la serie, a la que todavía le queda una última temporada, según los informantes de Netflix, mi mirada sobre su historia y la historia cobró otra óptica. No digo que esa señora eterna (a sus 94 años me remito) y malvada, fría como el hielo, alejada de cualquier sentimiento que maride con la piedad y la empatía de pronto me resulte un alma bondadosa, amable, amorosa y digna de venerar. No, no es eso. Pero sí fui despejando de mis apuntes mentales algunas palabras con las que se la suele describir de manera (casi) colectiva. Entendí su contexto, en principio, ese mundo tan lejano, arcaico, acartonado. El contexto en el que nos criamos hace cosas con nosotros, y es algo que no podemos negar. La serie es un buen muestreo de su contexto. Uno puede –no digo que justificar a la Reina por sus actos– pero sí entender que sus zapatos no son los de cualquier otro. Entonces me encontré con una Isabel niña, enamorada, mujer, preocupada por saber, reconociendo su ignorancia, culta, muy culta luego de mucho estudio y años (largos años) de mandato e igual de ignorante en otras materias, con ganas de formarse todo el tiempo. Ingenua por momentos y hasta tierna en otros. Me parece que por todo esto vale la pena arrimarse a The Crown. Cabe aclarar que la Corona no sólo no interfirió en el guion, sino que además estuvo en desacuerdo con más de una escena. Las referencias históricas son sencillas de ubicar para cualquiera que haya leído un poquito, que haya estado informado. Facilita esto la fluidez de algunos capítulos y aporta datos que resultan jugosos. Las actuaciones –todas– brillan con una luz difícil de encontrar en las producciones. Que todas –insisto, todas– sean magistrales es muy algo digno de destacar. No puedo pasar por alto los escenarios que son el fiel reflejo de un cuento de hadas. Donde siempre hay una Reina, y no siempre es tan mala.

Mariana Kruk nació el 31 de mayo de 1983, un martes de lluvia torrencial. Es poeta, editora y gestora cultural. Dicta talleres de poesía y dirige Halley Ediciones.

hastalaultimauva@gmail.com

www.deoficioarder.blogspot.com

IG @emekruk

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