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Las tres mitades del trauma (Reseña)
Las tres mitades del trauma (Reseña)

La escritura del Trauma: Reseña por Yhonais Lemus

Las tres mitades del Trauma

Autor: Federico Luis Baggini

Género: Poesía breve

Editorial: Autogestora

Una de las citas más conocidas del filósofo y sociólogo alemán Theodor W. Adorno es: "Después de Auschwitz escribir poesía es un acto de barbaridad". Sin embargo, se ha insistido y se seguirá insistiendo en el trazo y la verberación bárbara. Ahora, partiendo de la etimología de la palabra "bárbaro" sabemos que proviene del latín barbarus y este del griego bárbaros, vocablo que se refería inicialmente a los pueblos extranjeros en general, nombres que les era asignado a los no lugareños, a los invasores.

Esa habla enrarecida del otro es comparable con la voz poética que es y se ha destacado a lo largo de la historia como un acto bárbaro. De cierto modo, lo refería Ludwig Wittgenstein allí donde se produce los juegos del lenguaje; toda esa parafernalia comunicativa, la esfera de la literatura, con la de la poesía, se encuentran al margen, como lenguaje poético, que se vuelca sobre sí mismo, como lengua extranjera dentro de la misma lengua y que no se sabe muy bien qué hacer con ella o dónde ubicarla.

Más allá de la mera forma de expresión, donde la vida no para de resolver interrogantes y la única verdad es la letra; la palabra en sí misma aparece como anómala ante la pérdida, ante un tipo de desterritorializacion propia de la lengua extranjera que pierde el significante y se asume como síntoma y goce; para, el psicoanalista francés, Jacques Lacan Sinthome; ese síntoma anudado al goce y que se encuentra en constante búsqueda del objeto "a": el objeto perdido.

La escritura poética, que es escritura del goce, está intrínsecamente relacionada al síntoma, vive el síntoma, que se articula o dimensiona a través de ese lenguaje bárbaro, trastocado, extraño, abstracto. Se trata de un mal incurable y de un lugar confuso donde el poeta queda cara a cara con lo que hay o más bien con lo que no hay, queda expuesto al vacío para llenarlo con la palabra desnuda y entregada al goce.

Desarrollo este preámbulo, muy lacaniano para mi gusto, para referirme a la escritura del goce de Federico Baggini, poeta argentino, tallerista, gestor cultural, con una amplia trayectoria literaria. Escritura que queda como excedente, pues ha atravesado ese lugar donde roza lo real, lo simbólico y lo imaginario, escritura del resto, motorizada por el deseo inalcanzable; objeto perdido, fijación de sí misma.

En Las tres mitades del trauma (2020), libro de poemas breves de Baggini, la palabra se verbaliza como síntoma y tratamiento. La palabra bárbara, convulsa, extraña, es una forma de decir desde la imposibilidad de articular: La poesía es, /entre otras vertientes, / el hogar del pasado que no fue, /del presente que se ausenta,/ y del futuro que/ nunca llega. Nos dirá el yo poético. Recordamos esas ruinas del pasado de las que hablaba, el filósofo historiador alemán, Walter Benjamín que representaba como remolino que atraía al Ángelus Novus; la línea de fuga, en este caso, es la poesía que perfora el tiempo y el espacio, es ese Ángelus Novus que no se entrega al pasado y tampoco asume el futuro, más bien configura una nueva instancia efímera. De este modo, el poeta mira cara a cara el trauma y lo verbalización en escritura de goce, del Sinthome que se desborda y se basta así mismo.

La poesía se presenta no como espacio temporal o como un lugar concreto, sino más bien como pérdida y búsqueda, como pieza faltante para engullir eso que escapa del orden de lo real, eso que se configura como cuerpo fragmentado, inoperante cuerpo pasado por el trauma, que dice con dificultad y habla desde la complejidad: A diferencia del cuerpo que nos toca, / la poesía se compone en un noventa por ciento/ de sangre en constante ebullición. / El diez por ciento restante puede que sea agua, / humo, tierra o aire. El trauma se hace de un cuerpo, se verbaliza, desde la fragmentación, desde lo indecible para dar testimonio de un mundo en ebullición, que se encuentra al borde del precipicio: El estómago es un barrio,/ el intestino son los pasillos de ese barrio./ Las entrañas son la voz de los pibes,/ Las vísceras el grito de quienes ya no están/ El hígado es el llanto cerrado sobre un cajón abierto/ la mierda: lo que se acumula donde nadie quiere ver/ y mucho menos estar.

La escritura de Baggini se configura como cuerpo desmembrado, como Cuerpo sin Órganos: CsO, asumiendo la categoría de los filósofos franceses Deleuze y Guattari. Hay en su poética un organismo desarticulado que funciona y demanda sistemas hegemónicos, discursos dominantes desde lo sensible. El yo lírico hace visible el dolor, la frustración, la impotencia ante un mundo que se desmantela, que es injusto, a veces desde un registro confesional y otras desde un registro más panfletario o comprometido con el otro. Las tres mitades del trauma pretende, de alguna formar, llenar el espacio de lo innombrable con algún balbuceo, grito, articulación afectada/tartamuda, lengua bárbara o escritura del goce donde no hay discurso posible dada las fracturas sociales, políticas y culturales.

@yhonaislemus

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