Libros de Otres
¿La memoria es transferible? ¿Lo que recuerda una persona puede ser análogo al recuerdo de una generación? Este libro nos lleva a conocer los recuerdos de uno de los mejores escritores de su generación y al mismo tiempo que disfrutamos de su literatura podemos disfrutar de las poderosas imágenes que evoca. (Ediciones Godot)
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Mi primera bicicleta era roja.
La segunda era amarilla.
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La muñeca a la que llevaba a pasear en la parte trasera de mi bicicleta roja se llamaba Margarita.
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La bicicleta amarilla fue comprada con dinero que yo había ganado haciendo publicidades en la televisión. Con el resto del dinero nunca supe qué pasó.
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Luisito de la vuelta fue el primero en tener televisión en su casa.
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La mamá de Hernán Pablo y Fabián del fondo se quedaba planchando hasta altas horas de la noche, y cantaba mientras lo hacía.
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No teníamos teléfono en casa, pedíamos prestado el de los vecinos del fondo.
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El número era 70-9188.
Teníamos que hablar delante de ellos.
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La bicicleta del heladero de Laponia.
La bicicleta del repartidor de diarios.
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Mi novia de la cuadra se llamaba Marian.
Era la prima de Hernán de al lado.
Vivía en Lanús.
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Nos veíamos cuando venía a visitar a su primo. Y en el verano, que pasaba casi entero en lo de Hernán.
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Nos metimos el 3 de septiembre de 1978.
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El padre de Marian tenía un Fiar 600 rojo.
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El Fiat 600 rojo, estacionado en a la cuadra de mi casa, era la señal de que Marian estaba de visita en lo de Hernán.
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El primer beso: con Marian.
Fue así: ella apoyó sus labios sobre los míos, y apretó.
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Una vez fuimos con mis padres y mi hermana, a visitar a unos conocidos de mi papá.
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Yo estaba seguro de que me iba a encontrar con Marian. Pero no, no la vi.
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Marian usaba una campera de gimnasia azul, con una tira celeste en los brazos.
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A la abuela de Marian (y de Hernán) no le gustaba que ella dijera que estaba de novia conmigo. Me parece que era porque soy judío.
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Marian cumplía años el 21 de julio.
Un día antes que Néstor Frenkel. Mi mejor amigo del grado.
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Nunca me animé a preguntarle a Hernán de al lado cuándo iba a venir de visita Marian.
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Dejé a Marian cuando descubrí que me gustaba Dorita Stiberman. Fue antes de declararme y que ella me dijera que no.
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Mi primer beso de lengua: con Marian.
Trepados a un árbol, frente a la casa abandonada de la vuelta.
No me lo esperaba en absoluto.
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