Textos de Otres

Fantasmas de la Dictadura
Fantasmas de la Dictadura

Fantasmas de la Dictadura de Mariana Tello Weiss (Sudamericana, 2025)

Nuestros muertos, con su presencia vuelta fantasma, están entre nosotres.

Casi cincuenta años después, cuando el aliento perverso de la dictadura todavía nos acorrala en el dolor de los que no pudimos despedir, Mariana Tello Weiss gira la tuerca de la historia, una vez más, para decirnos que sí, que es verdad, que nuestros muertos, con su presencia vuelta fantasma, viven entre nosotres.

La contratapa de este libro lo define como «…excepcional sobre los efectos aún inexplorados del terrorismo de Estado con su inmensa producción de malas muertes, de cuerpos insepultos, de terrores…».

Si Eduardo Kohn, en «Cómo piensan los Bosques», afirma que existe una semiosis de la naturaleza que se ubica más allá de los sistemas humanos de significado; y si Eduardo Viveiros de Castro desde su perspectivismo amerindio asegura que allí donde nosotres vemos sangre el jaguar ve cerveza; Mariana Tello Weiss avanza más allá y construye su propio artefacto intelectual disruptivo cuando nos cuenta que fue el «trabajo de campo» el que, con insistencia, le impuso a los fantasmas… y así irrumpe a la sala blanca de la «academia» trayendo de la mano un mundo hasta ahora solo reservado para la ficción literaria o cinematográfica. Y otro mérito es que, a diferencia de Kohn y de Viveiros de Castro, la narración de Tello Weiss es fluida, no necesita ser traducida desde la lengua antropológica a la lengua cotidiana.

Ya lo saben, como desde Lit-Pan no solemos pedir permiso, acá les dejamos en la voz de Mariana, fragmentos (entre paréntesis el número de página) de una obra que reclama ser leída:

«Se trata de experiencias que colisionan con los esquemas de comprensión de las propias personas que experimentan esos encuentros. "No pienses que estoy loca, pero...", "yo soy una persona de ciencia, pero..." suelen ser las aclaraciones que anteceden una y otra vez a la narración de las experiencias. Y es que las experiencias con fantasmas no solo ponen en cuestión las "creencias" según las cuales los espíritus de los muertos "no existen" o al menos no deberían retornar. En una sociedad que ha logrado estabilizar los estragos de una política de Estado tan espectral como la desaparición (...) afirmar que se han tenido experiencias de este tenor pone en jaque la "racionalidad" de quien cuenta la historia y, en definitiva, su credibilidad y legitimidad.» (38)

«Así como el secuestro se configura como un evento fijo, en la mayoría de los casos reconstruido con lujo de detalles, las facetas de espera y búsqueda se difuminan en el tiempo. La precisión de la muerte, en la mayoría de los casos, no llega nunca.» (88)

«No pienses que estoy loca, pero (ríe) yo antes tenía diálogos con ella, con mi mamá, diálogos unilaterales, como si rezara: "Ay, mami, ayudame con esto" [...] después de la restitución de sus restos, nunca más eso me ocurrió. Fue como una voz que hizo shh... y se apagó (Entrevista a Marta Dillon, 14 de agosto de 2020)» (157)

«En Guerrero (...) Es "el pueblo donde las almas no descansan" (...) Su penar se debe al sufrimiento, al haber sido "tratados como animales", a sus cuerpos insepultos. Especulan con que los cadáveres pueden permanecer ocultos en túneles que comunican los subsuelos, en cuevas, en tumbas anónimas, y que pueden emerger de los barrancos (...) las almas en pena de Guerrero recuerdan a los fantasmas de Cam Re, huérfanos ontológicos desarraigados de sus lazos territoriales y genealógicos (...) » "Ustedes no los dejan descansar en paz, ustedes vienen a despertarlos. Vienen a hacer problema acá y después la gente no puede dormir de noche, se sienten ruidos, se escuchan gritos, se escucha que corren, que gritan..."» (194/195/197).

«Tengo recuerdo de fantasmas, de gente que ha aparecido ahí en el Campo de Ribera, que aparece y desaparece de repente en medio de los árboles, que es la gente que lamentablemente pereció en esa zona cuando la cuestión del Proceso. (Dicho de un poblador del Barrio de San Vicente, en Baldo et al. 2009:84)» (209)

«La directora de la escuela primaria cuenta que en las cuadras que hay que transitar hasta llegar al campo aparece una sombra, "la sombra del camino", que las porteras hablan del "fantasma de la cocina" que deja los grifos abiertos, del "fantasma del baño" que cuando entran se vuelve sombra y deja todo el suelo encharcado. Que las puertas se abren y cierran solas. Que de las cañerías emana un olor nauseabundo, a muerte (...) "No tengas miedo porque es el alma de los muertos del Campo de la Ribera que ha salido a buscar paz", escucha la psicóloga que le comenta una vecina a otra» (214)

«¡Sí, claro! ¡Acá espantan! Hablan de una monja que se asoma tras la cortina de una ventana superior del edificio donde está la capilla, de aparatos y luces que se encienden y apagan solos, del peso de unas manos sin cuerpo que, de tanto en tanto, se posan sobre sus hombros» (241/242)

«Diego trabaja allí (N de R: en la ESMA) desde hace muchos años. Relata que durante la noche la fuente es un "punto clásico" de "ese tipo de actividad". Allí aparece una mujer con un vestido largo. A veces es blanco, otras celeste. Otras, es una especie de camisón. Hay quien dice que no tiene pies, pero sí marcas de grilletes en los tobillos» (277)

«Algunas personas conocedoras del tema pero mucho más jóvenes, "nacidas en democracia", leyeron los borradores de este texto. Dijeron, abrumadas, que a veces olvidamos, o no conocemos, lo que implica la desaparición como experiencia, lo que implicó en el origen, antes de ser domesticada en acciones de lucha, transformada en relatos coherentes. Los fantasmas son un recordatorio de ese origen, del "corazón de esas tinieblas", de que "algo debe ser hecho" con ellos, con la injusticia de la que han sido objeto» (330/331).

IG: @marianatelloweiss

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